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El "Efecto Mariposa" de la Economía China: Desafíos y Repercusiones Globales

En las últimas décadas, China ha emergido como una superpotencia económica que desafía la hegemonía de economías establecidas como Estados Unidos y la Unión Europea. Con un PIB que supera los 14 billones de dólares y siendo el mayor exportador mundial de bienes, su influencia económica es innegable. Pero esta influencia colosal no está exenta de vulnerabilidades. En un mundo cada vez más interconectado, los problemas económicos de una nación pueden tener un efecto dominó en la economía global.

El objetivo de este artículo es analizar los factores que actualmente amenazan la estabilidad económica de China y considerar las implicaciones globales de estos desafíos. Desde la desaceleración económica hasta las tensiones comerciales y los desafíos demográficos, examinaremos cómo estos factores no solo amenazan la estabilidad interna de China, sino que también tienen el potencial de afectar la economía global en formas que aún no comprendemos completamente.


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Para situarnos mejor con respecto a la magnitud de los desafíos que enfrenta China, es crucial examinar su situación económica actual. Según el Banco Mundial, el PIB de China se estimó en más de 14 billones de dólares en 2021, lo que lo convierte en la segunda economía más grande del mundo. Sin embargo, las tasas de crecimiento que una vez asombraron están mostrando signos de desaceleración. Varios analistas prevén que las tasas de crecimiento podrían caer por debajo del 4% en los próximos años, y algunos incluso sugieren que podrían alcanzar un magro 2% para 2030.

Este año 2023, el primer trimestre mostró un rebote en la actividad económica, impulsado en parte por la eliminación de restricciones de movilidad y un aumento en el gasto en servicios. No obstante, este impulso parece haberse desacelerado desde abril, lo que plantea preguntas sobre la sostenibilidad de la recuperación económica del país. A pesar de un gasto de capital resiliente en infraestructura y manufactura, la demanda externa se ha mantenido débil, afectada por el lento crecimiento global y las tensiones comerciales con países como Estados Unidos.

Además, el endeudamiento ha alcanzado niveles preocupantes. Según el Banco de Pagos Internacionales, el endeudamiento total de China se situó en aproximadamente el 270% del PIB en 2021. Este alto nivel, especialmente en el sector corporativo y local del gobierno, plantea serias preocupaciones sobre la estabilidad financiera del país. La fragilidad del sector financiero se ve exacerbada por la falta de transparencia y la creciente cantidad de préstamos incobrables, lo que podría llevar a una crisis financiera similar a la de Lehman Brothers en 2008 si no se aborda adecuadamente.

Otro factor que incide en el momento actual de China es la crisis en el sector de la construcción. Este sector, que ha sido un pilar del crecimiento económico chino, está mostrando signos de desgaste. Según datos recientes, el sector de la construcción ha experimentado una disminución en la inversión y un aumento en los incumplimientos de deuda, lo que ha llevado a una desaceleración en la construcción de nuevas viviendas y proyectos de infraestructura. Este declive en la construcción tiene un efecto dominó en otras áreas de la economía, desde la producción de acero hasta el empleo.

Más allá de los desafíos puramente económicos, China enfrenta también una serie de factores socioeconómicos que complican aún más su panorama. Uno de los más significativos es el envejecimiento de la población. Según las estimaciones de las Naciones Unidas, para 2050, casi un tercio de la población china tendrá más de 60 años. Este cambio demográfico plantea serias preguntas sobre la sostenibilidad del crecimiento económico, especialmente en lo que respecta a la fuerza laboral y los sistemas de seguridad social.

En segundo lugar, el bajo crecimiento de la productividad es otra preocupación. A pesar de las inversiones masivas en tecnología e innovación, la productividad laboral en China ha estado disminuyendo en los últimos años. Según un informe del Banco Mundial, la tasa de crecimiento de la productividad laboral se ha reducido a aproximadamente el 6% anual, en comparación con el 9% en la década anterior. Este estancamiento en la productividad es un obstáculo para el crecimiento económico sostenible y la mejora del nivel de vida.

Sumado a todo ello, el desempleo juvenil y el consumo de los hogares son áreas que requieren atención inmediata. Aunque las cifras oficiales sugieren que la tasa de desempleo en China es relativamente baja, alrededor del 5%, estas cifras no capturan completamente la magnitud del problema, especialmente entre los jóvenes. Además, el consumo de los hogares, que es un indicador clave del bienestar económico, ha estado creciendo a un ritmo mucho más lento que en años anteriores. Según datos del Buró Nacional de Estadísticas de China, el crecimiento del consumo de los hogares se ha desacelerado a alrededor del 7% en los últimos años, lo que suma preocupaciones sobre la demanda interna.

No podemos pasar por alto el papel que juega la transparencia y la gobernanza en la situación económica actual de China. La falta de transparencia en la publicación de estadísticas clave ha sido un tema recurrente que ha exacerbado la incertidumbre en torno a la economía china. Por ejemplo, el gobierno ha suspendido la publicación de algunas estadísticas clave, como los datos de confianza del consumidor y los índices GINI que miden la desigualdad de la distribución del ingreso. Este ocultamiento no solo genera desconfianza entre los inversores y analistas, sino que también plantea preguntas sobre la magnitud real de los desafíos económicos que enfrenta el país.

La respuesta de las autoridades chinas a la crisis económica también ha sido objeto de escrutinio. A pesar de la gravedad de la situación, las medidas tomadas hasta ahora han sido tímidamente cautelosas. Por ejemplo, para impulsar la demanda, las autoridades han reducido muy lentamente sus tasas de interés y, hasta el momento, no parece existir una estrategia de largo plazo para gestionar la crisis en el sector de la construcción, contener los problemas financieros y estimular el consumo de los hogares. Este enfoque conservador y la falta de una estrategia clara han contribuido a la incertidumbre que rodea la economía china, tanto a nivel nacional como internacional.

La situación económica de China no es solo una preocupación para el país asiático; tiene implicaciones globales que van más allá de sus fronteras. China es el principal socio comercial de más de 120 países, y cualquier desaceleración significativa en su economía podría tener un efecto dominó en la economía global. Según la Organización Mundial del Comercio, China representó aproximadamente el 12.8% del comercio mundial en 2019, lo que significa que una disminución en la demanda de importaciones chinas o una reducción en sus exportaciones podría afectar seriamente el comercio y el crecimiento económico mundial.

Además, los mercados internacionales de capitales ya están reflejando la incertidumbre que rodea la economía china. Las bolsas de valores han mostrado volatilidad, y las monedas de los países con fuertes lazos comerciales con China han experimentado depreciaciones. Los inversores están cada vez más preocupados por el posible impacto de la desaceleración económica de China en las economías emergentes, que son especialmente vulnerables a las fluctuaciones en el comercio y los flujos de capital.

Esta interconexión económica significa que la estabilidad y el crecimiento de la economía mundial, especialmente en numerosos países en desarrollo, dependen en gran medida de que China resuelva satisfactoriamente los problemas que afectan su aparato productivo y financiero. En este contexto, la incertidumbre económica en China se convierte en una incertidumbre económica global, lo que subraya la importancia de abordar los desafíos económicos y socioeconómicos que enfrenta el gigante asiático.

En resumen, China se encuentra en una encrucijada económica que tiene implicaciones tanto para su futuro como para el de la economía global. Los desafíos son múltiples: desde una desaceleración del crecimiento económico y un endeudamiento preocupante hasta una serie de factores socioeconómicos como el envejecimiento de la población y el desempleo juvenil. Estos desafíos se ven agravados por la falta de transparencia en la gobernanza y una respuesta gubernamental que hasta ahora ha sido insuficiente para abordar la magnitud de los problemas.

Sin embargo, también existen oportunidades. China tiene un enorme potencial en términos de su mercado interno y su capacidad para innovar y adaptarse. La clave será cómo las autoridades chinas abordan estos desafíos y si son capaces de implementar reformas que no solo estabilicen su economía, sino que también la preparen para un crecimiento sostenible en el futuro.

Para el resto del mundo, los desafíos económicos de China son una llamada de atención sobre la interconexión de las economías globales. La estabilidad económica ya no es un asunto que pueda ser considerado dentro de las fronteras nacionales; es un problema global que requiere soluciones globales. En este sentido, la situación en China sirve como un recordatorio de que en un mundo cada vez más interconectado, los desafíos económicos en una parte del mundo tienen el potencial de afectar la estabilidad y el bienestar en todas partes.


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Autor:

Econ. José Díaz Montenegro

Docente Unemi

 
 
 

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Blog Económico del Grupo de Investigación Económica de la Unemi

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